Trastorno de personalidad pasivo-agresivo - Psicóloga en Vecindario y online

María Jesús Suárez Duque
Atención psicológica en Vecindario y online
Psicóloga infantil, adolescentes, adultos y mayores
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El Trastorno de Personalidad Pasivo-Agresiva: Cómo son, cómo se relacionan y cómo convivir con ellos
El estilo de personalidad pasivo-agresivo, también conocido como negativista, se caracteriza por una forma de funcionar que combina la resistencia pasiva, la hostilidad encubierta y una defensa firme de la libertad personal. Estas personas, lejos de enfrentarse abiertamente, suelen mostrar su malestar de forma indirecta: se olvidan, posponen, hacen lo mínimo… y mientras tanto, se resisten a ceder ante las expectativas externas.
Pero ¿cómo son realmente? ¿Cómo actúan como padres, parejas o compañeros de trabajo? ¿Es posible convivir con alguien con este estilo de personalidad? Vamos a verlo en detalle.
¿Cómo son las personas pasivo-agresivas?
Según Oldham y Morris, las personas con este rasgo tienen algunas características muy particulares:
- Hacen lo justo y necesario, pero raramente más allá.
- Protegen su tiempo libre con celo, porque buscan comodidad y placer.
- No toleran sentirse explotados, y evitan demandas que consideran injustas.
- No se obsesionan con el tiempo ni la urgencia: su ritmo es lento, placentero.
- Aunque no son hostiles abiertamente, tampoco son complacientes.
- No trabajan para destacar, sino para garantizar una vida cómoda.
- Prefieren moverse según sus propios criterios, no por normas externas.
- Valoran más el tiempo libre que el dinero.
- Tienen una gran tolerancia al aburrimiento, y rara vez muestran ansiedad.
Pese a todo esto, suelen ser percibidos como personas agradables o tranquilas, siempre que no se les exija demasiado. La incomodidad aparece cuando se sienten presionados o controlados, y ahí emerge su lado más resistente y oposicionista.
Características clínicas del trastorno pasivo-agresivo
A nivel clínico, este estilo puede escalar hasta un trastorno de personalidad pasivo-agresiva, en el que se intensifican ciertos rasgos problemáticos:
- Se quejan constantemente, pero no enfrentan directamente los conflictos.
- Dificultan o sabotean los esfuerzos de los demás sin explicitarlo.
- Expresan su enfado a través de inacción, retrasos o descuidos “accidentales”.
- Pueden parecer malhumorados o desmotivados.
- No buscan complacer, sino más bien contradecir o frenar el impulso ajeno.
- Tienen una forma de expresar agresión de manera encubierta y pasiva.
Estas personas pueden ser difíciles de tratar porque no muestran su enfado de forma directa, lo cual dificulta la resolución de conflictos.
Aunque muchas veces el estilo pasivo-agresivo se origina en una dificultad para expresar abiertamente emociones como el enfado o la frustración, esto no significa que sus efectos sean inocuos ni que siempre estén libres de intención dañina.
Las personas con este rasgo pueden manifestar su hostilidad de forma sutil y encubierta, por ejemplo, invalidando el trabajo de otros, ignorando acuerdos, haciendo comentarios irónicos o dejando tareas sin hacer como forma de protesta silenciosa.
Este tipo de agresión pasiva puede ser profundamente desestabilizante y generar un fuerte impacto emocional, especialmente porque resulta difícil de confrontar o demostrar. Quien lo padece suele quedar confundido, frustrado y a veces incluso culpabilizado, ya que la violencia no es explícita pero sí constante.
Por eso, aunque en términos clínicos no siempre se asocie a una “intención maliciosa” consciente, en la experiencia interpersonal muchas de estas conductas tienen un efecto claramente destructivo y no deben ser minimizadas.
¿Cómo actúan como padres?
En el rol parental, los pasivo-agresivos pueden:
- Ser poco predecibles y emocionalmente evasivos.
- Evitar la confrontación directa con los hijos, pero usar el sarcasmo, el silencio o la retirada del afecto.
- Poner límites ambiguos o incumplir lo que prometen.
- Transmitir inseguridad emocional y confusión a sus hijos.
- Mostrar afecto, pero esperar que los hijos no les “molesten demasiado” o no les quiten su espacio personal.
Sus hijos pueden crecer con culpa, desorientación emocional o sintiéndose invisibles o responsables del malestar de sus padres.
¿Cómo son como pareja?
En las relaciones de pareja, las personas con estilo pasivo-agresivo:
- Necesitan sentirse queridos, pero no están dispuestos a esforzarse por el otro.
- Evitan enfrentamientos, pero guardan resentimiento.
- Esperan que su pareja adivine sus necesidades, sin expresarlas.
- Valoran mucho el tiempo libre, y pueden rechazar tareas o compromisos que les exijan más de lo que están dispuestos a dar.
¿Qué tipo de pareja les encaja mejor?
- Conformistas o generosos que no exijan demasiado.
- Paranoides pueden complementarles en la desconfianza y aportar estructura.
- Dependientes, si les proporcionan el apoyo sin pedir mucho a cambio.
Parejas difíciles para ellos:
- Obsesivos-compulsivos: no comprenden su falta de estructura.
- Narcisistas: exigen atención y cambio constante.
- Histriónicos o límite: emocionalmente demandantes.
- Otros pasivo-agresivos: nadie cede, nadie cuida al otro.
¿Cómo convivir con una persona pasivo-agresiva?
Convivir con alguien con este rasgo puede ser un reto, pero no imposible si se siguen ciertas estrategias:
- Aceptarlos como son, en lugar de intentar cambiarlos a la fuerza.
- Expresar claramente las necesidades propias, sin esperar que las intuyan.
- Valorar sus rasgos positivos (independencia, resistencia al estrés, deseo de comodidad).
- Evitar imponerles tareas, sino invitarles a participar en actividades que les gusten.
- No caer en la lucha de poder ni en el reproche constante.
- Cuidarlos emocionalmente, ya que suelen ser exigentes con el cariño.
- Buscar formas de complementarse, en lugar de competir por quién tiene la razón.
En resumen…
El estilo pasivo-agresivo no implica necesariamente mala intención, pero sí una forma disfuncional de relacionarse con el conflicto, el poder y el afecto. Comprender este estilo de personalidad puede ayudar a convivir con más empatía, sin caer en dinámicas destructivas ni en la desvalorización personal.
¿Te ha tocado convivir con alguien pasivo-agresivo? ¿O crees que tú mismo tienes rasgos de este estilo? Cuéntanos en los comentarios. ¡Te leemos!
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